martes, 26 de abril de 2011

EJERCICIO Y FIBROMIALGIA. Martín Caicoya (Médico)


Recuerdo aquella frase de Emilio Lledó: no hay ver sin saber. Me impresionó mucho por su potencia y concisión, y me hizo pensar en una reflexión de Jaime Salinas que había leído hacía años en la que decía que los objetos se individualizan cuando se nombran. Según estas dos proposiciones, el mundo para el ser humano está en una cárcel, bien del saber o de la lengua. Quizá sean los artistas y los científicos los que nos liberan de sus rejas porque ellos saben ver lo que aún no sabemos ni nombramos. También pueden confundirnos, concentrar nuestra vista y entendimiento en aspectos de la realidad que combinados parecen configurar algo nuevo, pero que no es más que una imagen espuria, un error de percepción al que tan acostumbrados estamos los seres humanos. Las evidencias engañan, más cuando se empaquetan en una percepción bien organizada. En medicina nos hemos equivocado muchas veces al ver lo que no había. Son famosos los errores anatómicos de Galeno que, como evidencias, lograban ver los médicos en los cadáveres hasta bien avanzado el siglo XVI. Muchos se preguntan si enfermedades como la fibromialgia no serán construcciones forzadas que configuran entidades inexistentes. Es la postura defendida hace años por expertos de la OMS. Sin embargo, la mayoría de los reumatólogos y no digamos los que la padecen consideran un insulto poner en duda su realidad y el sufrimiento que acarrea. El que la farmaindustria esté obteniendo pingües beneficios no debe ser un motivo para dudar de su realidad, pero sí para examinar la utilidad de los tratamientos.

La fibromialgia se caracteriza por dolor músculo-esquelético, tanto espontáneo como a la presión, además de cansancio, trastorno del sueño y rigidez articular. El esfuerzo por encontrar una causa o siquiera un signo que refuerce la solidez de esta entidad es enorme e infructuoso. Es cierto que se puede demostrar que en el cerebro, en las áreas encargadas de recibir e interpretar el dolor, se observan particularidades. Pero eso es lógico, cómo no las va a haber si estas personas se quejan de dolor y tiene una respuesta que se considera anormal. Lo que se confirma, y no es poca cosa, es que sufren.

No es infrecuente que las pacientes con fibromialgia, por cada hombre con el trastorno hay nueve mujeres, nos digan que antes eran muy activas, que nada se les ponía por delante. Lo dicen lamentándose de su estado actual y de la carga que ahora suponen para su familia. Tampoco es infrecuente que un acontecimiento traumático haya desencadenado el problema, por ejemplo, un latigazo cervical. El latigazo cervical es también misterioso, no hay ninguna señal anatómica ni fisiológica que lo explique.

Prevenir la fibromialgia debería ser un objetivo, dado que hasta el 3 por ciento de la población la puede llegar a sufrir. Claro, es muy difícil prevenir algo que no sabemos cómo se produce y que ni siquiera sabemos qué es. Pero uno siempre puede especular y es lo que hicieron varios investigadores. Me interesa en particular un estudio realizado en Noruega en el que se siguió durante once años a casi 16.000 mujeres que no padecían fibromialgia. En el curso de ese período se diagnosticaron 380 casos, que supone algo más del 2 por ciento de las mujeres. Se preocuparon de saber desde el principio si hacían ejercicio, fumaban y qué nivel educativo tenían, además de conocer su peso y altura para calcular el índice de masa corporal (peso dividido por el cuadrado de la altura en metros). Los resultados son interesantes y prometedores. Por ejemplo, las mujeres más obesas y sedentarias tenían más del doble de riesgo de desarrollar fibromialgia que las que tenían peso normal y hacían ejercicio al menos una hora a la semana. Tanto el ejercicio, ajustado por peso y otros factores, como el peso, ajustado igualmente, aparecen como variables que predicen el riesgo de fibromialgia. La conclusión que se puede sacar es que conviene hacer ejercicio y mantener el peso; independientemente de que no sepamos cómo previene la fibromialgia, trastorno que ni siquiera entendemos.

Para el tratamiento de la fibromialgia se ha puesto de moda un medicamento antiepiléptico que parece que eleva el dintel del dolor. Es un fármaco caro, pero si es útil, bienvenido sea. Alternativa, o complementariamente y la misma o más eficacia, está el ejercicio tanto de fuerza como de resistencia. Se han ensayado muchas modalidades. Me interesa particularmente el tai-chi, porque es relativamente fácil para las personas que sufren dolor músculo-esquelético. Estudios bien diseñados demuestran que es bastante eficaz en el control de los síntomas, tanto físicos como psicológicos.

Uno se sorprende de los beneficios del ejercicio y el mantenimiento del peso hasta llegar a pensar que tanta bondad no puede ser cierta. Pero las pruebas demuestran una y otra vez que son eficaces para la prevención y tratamiento de muchas enfermedades. Por eso no dejaré de insistir en recomendarlos.

5 comentarios:

  1. La verdad es que el ejercicio moderado viene bien a cualquier persona y en cualquier edad.

    En mi caso he venido practicando la gimnasia desde niña y procuro hacer ejercicio moderado a diario pero, cuando tengo un brote o ataque del Síndrome de Fatiga Crónica, es imposible porque me incapacita fuertemente y con el ejercicio empeoro.

    Por lo que refleja el artículo, yo no tendría que haber sido "candidata" a sufrir esta enfermedad pero, claro, existen tántas teorías....

    Además, siempre fui delgada y sigo siéndolo.

    De todos modos, estoy de acuerdo en que el ejercicio moderado siempre viene bien.

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  2. Yo también siempre he sido delgada y lo sigo siendo, todas las compañeras que conozco de la terapia también son delgadas , lo que sí es cierto que algunas cogemos algún kilito por culpa de las pastillas, yo cuando dejé la lírica perdí los 5 - 6 kilos que gané sin saber cómo...

    Besos linda

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  3. Quizá en mi caso, la intolerancia a los medicamentos, me ha librado de engordar. Más bien adelgazo por la mala calidad de vida que me da la Fibromialgía. Suelo engordar un poquito cuando tengo un fuerte ataque del Síndrome de Fatiga Crónica, porque me invalida e incapacita de tal manera, que mi actividad física baja al mínimo. Pero, en cuanto vuelvo a mi normalidad (es decir, hecha una "piltrafilla"), pierdo enseguida el peso ganado, e incluso adelgazo.
    Creo que los Kilos de más perjudican a cualquier persona y agravan las enfermedades, por lo que doy gracias a la vida de ser delgada ¡Qué bien!

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  4. Estar en el peso justo es lo mejor para cualquier tipo de enfermedad, incluso estando sano (el problema es cuando nos inflan a medicamentos, lo que es bueno para una cosa es malo para otra, ya sabéis )Yo siempre he ido muchísimo a caminar, muchísimo, tanto que si se pudiera mirar mi cuentakilómetros particular posiblemente hasta yo misma me sorprendería. De un tiempo a esta parte cada vez cuento con menos energía, no sólo para salir a pasear si no para la vida cotidiana asi que, intento gestionar esa energía para lo más básico. Creo que la teoría tod@s nos la sabemos al pie de la letra pero, por desgracia, no siempre se puede llevar la práctica como uno quisiera

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